perezdecastro.org

Moikka! Here's Adrián. I work for Igalia.

Cuestión de Narices

Hace dos fines de semana, más concretamente el domingo 25 de Marzo, asistimos servidor y unos buenos amigos (el del rincón entre otros no menos destacables) a la representación de Cyrano De Bergerac en el teatro Jofre de Ferrol.

Aunque ya había visto la película basada en la conocidísima obra de teatro de Edmond Rostand pensé que podía ser interesante verla con actores de carne y hueso. No sólo por el hecho de que hacía años que no iba al teatro, sino también por ver cómo los actores defendían la rima y la cadencia de sus intrincados versos dodecasílabos. En principio pensé en ir sólo al teatro Rosalía, en Coruña; pero la verdad hay eventos para los cuáles uno prefiere sentirse acompañado, y el teatro no es menos. Casi de casualidad al principio, y con un poco de premeditación posteriormente se consiguió que cuatro personas nos desplazásemos a Ferrol ;-)

Después de un paseíllo y caña de cerveza nos fuimos para el Jofre, teatro al que nunca había ido y, aunque he de reconocer que tiene razón quien defiende que en la restauración deberían haber mantenido el color rojo carmesí de la tapicería, tampoco me resulta especialmente desagradable el nuevo, verde oliva. Aunque no he probado las butacas, tienen aspecto de ser cómodas, y desde luego las sillas de las plateas lo son. A pesar de no ser un edificio grande, resulta acogedor y dispone de más plazas que el Teatro Principal de Pontevedra, al disponer de varios niveles de palcos. Las palcos y plateas son para cuatro personas y espaciosas, aunque quien se siente en segunda fila puede que necesite mover un poco la cabeza en ocasiones, especialmente en las situadas más cerca del escenario; con todo, la disposición es correcta y no nos perdimos detalle de la obra. La acústica, fenomenal.

Con respecto a la interpretación en sí, los actores estuvieron fabulosos en general. Se notaba que a uno o dos de los secundarios estaban poco curtidos en el arte del teatro, aunque estoy siendo malo al decirlo, ya que no empañaron en absoluto la buena impresión que nos quedó de la actuación: a la longitud de la obra hay que añadir la dificultad que tiene el no perderse (o perderse y hacer que no se note) en una obra en verso, dónde un mínimo error se paga con pérdida de rima y ritmo. Los actores interpretaron con el texto con diligencia prusiana en cuanto al contenido y puntualidad suiza en cuanto a la cadencia de los diálogos.

Relacionado con la interpretación, el attrezo resultó ser correcto en cuanto a escenografía, un tanto austero en algunos decorados quizás, pero suficiente en todo caso. La indumentaria de los personajes, bastante más elaborada, contribuía evocar en el espectador épocas pasadas y a dotar de un realismo casi mágico a la caracterización de los personajes, que resultó ser fenomenal, especialmente en los personajes de Cyrano y Roxane. Incluso en el acto final, en que se supone han pasado los años, se hacía ver que los personajes eran más viejos, haciendo como si éstos tuviesen más dificultades al hablar y al moverse menos agilidad, efecto de ese vil cazador de vidas que es el tiempo. Desde luego que, en mi opinión, se ganaron a pulso la ovación final del público.

Finalmente, creo que sobra comentar el argumento, pues quien ya conoce la obra (bien a través de la lectura, de las adaptaciones cinematográficas o por haber asistido a una representación) no precisa de una sinopsis, y para quien no la conoce pretendo dar un poco de misterio para infundirle la curiosidad necesaria para tomar contacto con la obra. Y como deseo para el futuro, confío en que la próxima vez que volvamos al teatro sea pronto, y en tan buena compañía.